Ser tu mami
- Laura

- 11 sept
- 2 Min. de lectura

Mi Oli, mi bebé más pequeñito.
Las palabras me faltan y me sobran al mismo tiempo para describir lo que significas para mí. Lo que tu llegada, tu existencia y tu decisión de quedarte han hecho en mi vida es algo imposible de medir.
Recuerdo la mañana del accidente como si fuera ayer. Despertaste junto a mí en la cama y, como siempre, en menos de un segundo te sentaste y comenzaste a tallarte los ojitos. Yo fingí seguir dormida, pero tú me llamabas: “ma ma, ma ma, ma ma”. Luego empezaste a picar mi cara con tus deditos gordos hasta que me viste sonreír. Te acercaste, me diste un beso y yo te abracé fuerte. Te reíste, como siempre, y después pediste que te soltara porque querías levantarte a empezar el día. Estábamos en la playa, y tú querías ir a nadar a la piscina.
Si hubiera sabido que esa sería nuestra última mañana “normal”, no habría cambiado nada, hubiera hecho exactamente lo mismo. Porque desde que naciste, te he disfrutado y valorado como lo que eres: mi tesoro más preciado.
Tus cualidades son únicas. Muchas veces bromeamos con papá diciendo que no pareces ser de nuestra familia, porque eres tanto de lo que nosotros no somos: paciente, siempre alegre, con la capacidad de ver lo bueno en la gente e infundir paz con solo estar presente. Sabes cuándo sonreír y cuándo abrazar. Conoces el poder de tu mirada y de tu presencia.
Eres nuestro balance. Llegaste para ponernos a todos en nuestro lugar. Como tercer hijo aceptaste desde siempre que mamá y papá no serían solo para ti, pero eso nunca te molestó; al contrario, siempre has sido feliz siendo parte de nosotros.
Eres un niño fácil, un niño feliz, de cachetes grandes y un corazón gigante. Contigo tuve la oportunidad de ser mamá de uno solo, de disfrutar con calma lo que con tus hermanos, por ser gemelos, me era imposible: amamantarte, dormir siestas juntos, mirarte crecer sin prisa. Y ahora, sigues sorprendiéndome… sorprendiendo al mundo. Nunca fuiste solo para mí, estabas destinado a ser algo más grande. No eres “el hijo de Laura”, yo soy “la mamá de Oli”.

Cuando tantas veces me dijeron que te irías, mi interior se quedó vacío. El motivo de mi vida se desvaneció y el dolor más grande que he conocido se apoderó de lo que antes era un corazón lleno de amor. Verte en una cama, inmóvil e indefenso, me dejó sin aire. La culpa me oprimía hasta no poder respirar. Cambiaría nuestro lugar sin pensarlo un segundo, tenlo por seguro, evitaría tu sufrimiento si fuera posible. Pero hijo, eres tan grande que tú me has enseñado a mi a tomar ese sufrimiento y crear fuerza, crear luz.
Nada ni nadie ha podido escribir tu destino. Tú has decidido tu camino. Cuando todo apuntaba a un final, tú elegiste continuar. A tus dos añitos de vida has ido en contra de la ciencia, de la medicina, de las leyes de la vida. Te llaman “el niño que no debió sobrevivir”. Te llaman “un milagro”.
Para mí eres simplemente Oli. Para mí está claro: si alguien puede, ese eres tú.
Ser tu mamá es mi logro más grande.
Te amo por siempre





Comentarios